Visita a los pueblos del valle del Sedano: Orbaneja del Castillo, Covanera y Sedano (Burgos) | Guía Repsol

2023-02-22 17:42:15 By : Ms. Lily yang

Texto: Juan N. García

Fotografía: Jenifer Santarén

Hasta la carretera es bonita. El desvío que indica al conductor que se dirija hacia el Páramo de Masa pronto deja al viajero serpenteando entre paredes rocosas, arroyos y ríos, subiendo y bajando la caprichosa meseta entre falsos llanos y rompiendo el falso mantra de que “Castilla es llana y amarilla”. Mentira cochina.

La nacional 623 tira y tira desde Burgos mientras atraviesa localidades como Tubilla del Agua, San Felices de Rudrón, Covanera, Valdelateja o Escalada antes de llegar al desvío donde hoy comenzará este viaje: Orbaneja del Castillo. Así empieza un día que partirá desde allí hasta Covanera y Sedano en una jornada llena de caprichos geográficos, con agua corriendo por cualquier rincón, buitres sobrevolando el altísimo cielo, buena gastronomía y mucha cultura, pues por allí escribió Miguel Delibes un volumen importante de sus obras como nadie ha narrado jamás el paisaje y el sentir castellano. Esta es una posibilidad de las muchas permutaciones que ofrece este destino en cualquier época del año, pues lo mismo salta del hielo invernal a la canícula. Siempre valdrá la pena.

La angosta lengua de asfalto que lleva a este pueblo encaramado en un risco cuenta con un par de aparcamientos amplios para satisfacción de los turistas, pues tiene mérito escalar con coche a la localidad. Lo primero que recibe al forastero es una cristalina cascada, una cascada con todas las letras, sobre todo en los meses lluviosos: tiene mucho caudal, varias caídas de agua, líquenes de toda la gama cromática del verde, hielo y carámbanos en las partes umbrías, un pequeño lago donde se estabiliza el agua, cuyo fondo se aprecia al máximo detalle de lo cristalino el líquido elemento.

El tintineo del caudal que corre entre las rocas y su bramido al caer desde lo alto relajan al oído habituado a la jungla urbana. Esta primera cascada se encuentra junto a un molino que, en sus buenos tiempos, tendría allí un filón para moler grano. Las escaleras depositan en la parte alta de Orbaneja del Castillo, todavía con mucho margen para trepar, pero con una sugerencia: tomar un vermú al sol junto al arroyo que desciende desde la montaña. Los osados o los atletas, o ambos, pueden intentar saltar el caudal… con cierto riesgo de acabar con el pie empapado.

Un refresco, una cerveza, un vinito o un caldo -ojito para el invierno- reconfortan el alma con un escenario sublime de fondo: una cornisa taladrada por la erosión a la que se puede ascender de dos maneras, dependiendo de la burricie o pericia de cada uno: por la izquierda, trepando entre rocas no del todo sencillas, o por la derecha, conociendo las cucas calles del pueblo con gatos tomando el sol.

Lo mejor, sobre todo con niños o con mascotas, será tomar la vía de la derecha para llegar a lo alto, una cornisa incomparable para otear la inmensidad del paisaje, cortado por los enormes acantilados que sobrevuelan buitres y rapaces cuyo vuelo se observa a través de los ojos de la roca. Desde allí se aprecia que los tejados nuevos respetan el color tradicional para, salvo alguna excepción, perpetuar la arquitectura tradicional.

Los más aventureros tienen a su disposición rutas no demasiado complejas por las hoces del recién nacido Ebro o del Rudrón para abrir estómago antes de lanzarse sobre los menús de la zona. Los platos de cuchara, que apetecen especialmente, se mezclan con carnes y opciones más elaboradas, también teniendo en cuenta las dietas vegetarianas, para satisfacer al comensal antes de seguir en la ruta. Siguiente parada, regresar a Covanera, que son solo 15 minutos en coche.

Covanera se presenta al lado de la carretera, muy cerca del Rudrón. A su lado hay un magnífico prado, sobre todo en verano, para comer unos bocadillos a la sombra de los árboles como en los campamentos de la infancia. Esta opción más asequible no cuenta con la amenaza de los buitres, que planean desde lo alto y que ven desde allí las profundidades del Pozo Azul.

Solo diez minutos de paseo separan al pueblo de esta misteriosa fuente de aguas gélidas, una pequeña laguna que emerge tras kilómetros y kilómetros de túneles subterráneos que tienen una historia negra: varios buzos han fallecido por quedarse sin oxígeno mientras intentaban determinar la extensión de estos canales acuáticos. Los más valientes, a poder ser los días de verano, pueden moverse con cuidado con la cornisa para saltar desde varios metros de altura a esas aguas insultantemente transparentes y que dejan ver la profundidad con máximo detalle.

En las épocas frías, el agua corretea por debajo de gruesas placas de hielo y carámbanos que disuaden de lanzarse: basta con disfrutar, bien abrigado, de este capricho de la naturaleza y de su generosa amplitud de colores entre las rocas, el cielo, los árboles y las aguas.

Esta excursión termina en Sedano, capital de esta comarca burgalesa. Allí vivió el escritor Miguel Delibes y engendró muchos de esos libros que detallan con mimo y crudeza la vida en el campo y la esencia de esta tierra. Del municipio, surcado por múltiples cauces de agua, parten múltiples rutas para conocer la zona e incluso llegar andando a Covanera o Tubilla del Agua, perfectamente asequibles para un caminante habituado.

Uno de sus grandes atractivos es fácil de ver, pues corona la parte más elevada de Sedano: la iglesia de Santa María, renacentista del siglo XVII. Su piedra recibe la luz del sol o de los focos cuando cae la noche para guiar al visitante o al feligrés, que con unos minutos de ascensión puede contemplar la caprichosa orografía del entorno del lugar y tomar nota para futuras aventuras.

Un poco más allá, en uno de los barrios de Sedano, se puede disfrutar de una cascada más para cerrar el viaje. La cascada de Lagos cae junto a un molino que ha sido conquistado por las hiedras y los líquenes, una maravillosa vista para fotografiar o para guardar en la retina. Sedano y sus proximidades se convierten en una opción estupenda para pasar un fin de semana o un puente, niños incluidos, ante el diverso abanico de ocio y entretenimiento disponible. También destaca la vía del deporte con senderismo en las montañas o con bicicleta. Lo más difícil será elegir qué ver, aunque siempre hay una alternativa: repetir.

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