Este perro está raro : Radio Ambulante : NPR

2023-02-22 17:49:02 By : Ms. Joyce Lin

DANIEL ALARCÓN: Esto es Radio Ambulante desde NPR, soy Daniel Alarcón.

Empecemos acá, en el Mercado Central de Lima.

Es una zona en el centro de la ciudad llena de galerías, tiendas, almacenes. Está a pocas cuadras del Congreso, del Palacio de Gobierno y de la Plaza Mayor. Cada día van muchas personas buscando todo tipo de productos.

RONALD LLATA: Venden de todo ahí.

ALARCÓN: Él es Ronald Llata Sotelo, tiene 17 años.

LLATA: Puedes encontrar equipos para computadoras, celulares, accesorios, puedes encontrarte jaulas, ropa para animales. Puedes encontrar de todo.

ALARCÓN: En febrero de 2021, Ronald fue hasta al Mercado Central a buscar unas zapatillas deportivas. Había ahorrado dinero suficiente para comprarlas, y aunque no estaba seguro del color o el estilo, su mamá le dijo que fuera a esa zona de la ciudad. Seguro iba a encontrar lo que buscaba a buen precio.

Un amigo lo acompañó. Pasaron un rato mirando en varios locales, pero nada de lo que veían convencía del todo a Ronald. Después de buscar por más de una hora sin éxito, doblaron en una esquina para ver más opciones y se encontraron con una calle donde vendían perros.

LLATA: Era una calle muy pequeña, los vendedores estaban así como si nada: tenían a los animales ahí en cualquier lado, en el piso, los tenían en su mochila, en bolsitas.

ALARCÓN: Los ofrecían como cualquier otro producto, cualquier mercancía. A Ronald le causó curiosidad. Desde hacía un tiempo le venía pidiendo a sus papás que lo dejaran tener un perro. Pero solo desde principios de ese año, cuando se pasaron a vivir a una casa propia, le habían abierto la posibilidad. Así que aprovechó para ver si se encariñaba con alguno de los que había ahí.

LLATA: Había pug, había labradores…

ALARCÓN: Ronald caminó un poco hasta que llegó a donde un señor que tenía un perro en una caja. Se acercó. No pudo reconocer la raza porque era muy chiquito, tal vez un par de semanas de nacido.

LLATA: Era color gris. Tenía las orejas bien pequeñas, el hocico pequeño. Yo le pregunté: ¿Qué raza es? Y me dijo: es un… así como pastor alemán.

ALARCÓN: Ronald se agachó para verlo mejor y notó que tenía heridas en la cabeza, en una pata y en la cola. Le pidió más detalles al vendedor de lo que le había pasado.

LLATA: Me dijeron que le había pegado un perro. Le dije: pero esas heridas en la cabeza no te hace un perro, le dije. Y me trataron de decir: no, es que tiene enfermedades… y dije ya, ya, así no más. Solo quería llevármelo. Dije, si lo tiene ese señor, seguramente va a seguir así.

ALARCÓN: Solo quería ayudarlo, curarle las heridas, así que no lo pensó más. Ronald preguntó cuánto costaba, y aunque no se acuerda muy bien, el hombre le respondió algo así como 150 soles, que es poco más de 40 dólares. Ronald hizo cuentas rápidas: le alcanzaba con lo que tenía para las zapatillas…

LLATA: Básicamente, la persona que me lo vendió seguro me vendió solo para deshacerse de él rápido.

ALARCÓN: Ronald no hizo más preguntas, le pagó al señor y se llevó al perro en la caja de cartón. Se despidió de su amigo y se fue al paradero de buses para tomar el que lo llevaba hasta su casa. Pero los conductores le dijeron que no se podía subir con animales. A Ronald se le ocurrió que, como el perro era tan chiquito, podía pasar desapercibido si lo escondía bien. Así que lo sacó de la caja y lo envolvió en su camiseta.

LLATA: Solo lo puse así debajo de mi polo y lo enrollé para que se duerma y llevarlo así tranquilo, y sí, ya no se notaba, mejor dicho, ya nadie lo miraba, no llamaba la atención.

ALARCÓN: Así se pudo subir al bus y al final de la tarde llegó a su barrio, en el distrito de Comas, al norte de Lima. Mientras caminaba a su casa pensaba en sus papás: sabía que se sorprenderían con el perro y que tal vez lo iban a regañar por no haber comprado las zapatillas. Pero en ese momento su prioridad era curarle las heridas al animal, y mientras se le ocurrían las explicaciones que les iba a dar, planeó esconderlo en su habitación, que está en el primer piso. Pensó que como sus papás permanecían en el segundo, ni lo iban a notar y así podría ocultarlo por un par de días mientras se recuperaba.

Hasta allí es una historia como muchas otras: un adolescente compra un perro sin preguntar y espera a que sus papás se encariñen con el tiempo. Pero este no sería el caso de Ronald y su familia, porque su perrito no era exactamente lo que parecía.

ALARCÓN: Estamos de vuelta en Radio Ambulante. Nuestro productor David Trujillo investigó esta historia junto con el periodista peruano Ricardo León. David nos sigue contando.

DAVID TRUJILLO: Ronald y su familia llegaron al distrito de Comas a principios de 2021. Antes vivían en una casa arrendada en otra zona de la ciudad, pero la pandemia complicó todo y no pudieron seguir pagando el alquiler. Al ver la situación, un amigo les ofreció una casa que podían comprar. Les pareció mejor tener algo propio que permanecer con una deuda impagable, así que aceptaron.

Aunque sí sonaba como la mejor opción, al único de la familia que no le convencía era a Ronald. Ahí tenía a sus amigos y la zona no era tan alta. Eso sí, había algo que no le gustaba de ese lugar: no podía tener un perro… Esta es Maribel Sotelo, su mamá.

MARIBEL SOTELO: Desde pequeño siempre quiso una mascota, pero no se podía tener nada de mascota porque como es casa ajena, no, no se podía.

TRUJILLO: Así que Maribel, para tratar de animarlo y que el cambio no le pegara tan duro, le prometió que en la nueva casa sí iba a tener un perro. Es una construcción de dos pisos con una terraza en la parte de arriba donde Ronald podría tener a su mascota. Y efectivamente, la estrategia de Maribel funcionó: Ronald llegó a la nueva casa con la idea en mente de tener su perro… una idea que materializó a las pocas semanas de haberse mudado.

Esa tarde de febrero de 2021, Ronald llegó a su casa con el cachorro que acababa de comprar en el Mercado Central de Lima. Rápidamente fue a su habitación para tratar de esconderlo antes de que sus papás lo vieran.

LLATA: En ese tiempo estaba mi cama, estaba el refrigerador, mi computadora, un escritorio y estaba debajo de mi cama y se movía pa otros lados. Miraba cualquier cosa, sombras por la puerta y ladraba. Y callarlo era solo hacerlo dormir, así que era difícil.

TRUJILLO: Claramente su plan no funcionó: al rato Maribel bajó al primer piso por los ruidos que se alcanzaban a escuchar. Le preguntó a su hijo si era que había comprado un perro, y ahí Ronald ya no pudo seguir ocultándolo… se lo mostró a su mamá.

SOTELO: Estaba peladito, parecía, no le digo, un monito, parecía un monito en sí, así feíto era, feíto era.

TRUJILLO: Pero contrario a lo que Ronald esperaba, no recuerda que Maribel lo haya regañado por comprar el perro. Por el contrario, cuando lo vio así, tan frágil y vulnerable, le entraron todas las ganas de cuidarlo. Lo cargó, lo llevó a la terraza, donde ya tenía unas gallinas en un corral, y agarró un tablón de madera que tenía.

SOTELO: Y con eso le hice su casita. Compré clavos, la clavé ahí y la acomodé. Todo cerrado, ya, y adelante le he puesto malla metálica para que pueda ver.

TRUJILLO: Maribel le adecuó bien la casita para que estuviera tranquilo. Querían evitar que se escapara y que tal vez otros perros callejeros le hicieran más daño.

Desde el primer día Ronald se dedicó a cuidar sus heridas.

LLATA: Lo curaba, lo humedecía con un poquito de agüita y le echaba concha de nácar, ya que para las heridas… sana rápido.

TRUJILLO: De la comida se encargó Maribel.

SOTELO: Le daba su agua y su comida diario ahí. Yo subía en las noches pa llevarle su comida. Al mediodía, a la 1, también le llevaba. Como era bebito, perro chiquito, ¿ya? Bueno, hasta leche yo le daba.

TRUJILLO: Pero poco a poco, además de la comida de perro habitual, le fue agregando otras cosas a la dieta: hígado, alitas de pollo cocidas, pollo a la brasa. Maribel terminó pasando más tiempo con él, porque el resto de su familia tenía otras ocupaciones y ella se encargaba de estar pendiente de que no le faltara nada.

TRUJILLO: Eso le dio todo el derecho – y por supuesto que nadie de la familia se opuso – de ponerle el nombre, el que ella quiso… o, bueno, casi que fue el mismo perro el que le dio la idea.

SOTELO: Cada que le llevaba su comida ronroneaba: rrr, rrr. Cada rato rrr, rrr, run, run y ahí me acordé ya: Run Run.

TRUJILLO: Run Run a comer, Run Run no hagas ruido, Run Run ya duérmete, Run Run, las curaciones. Con un nombre esperaban que el lazo se hiciera cada vez más estrecho. Ahora se iba a volver parte de la familia, lo típico que suele pasar cuando llega una mascota, y cuando estuviera más grande y sano, incluirían otros llamados a la lista: Run Run a pasear, Run Run vamos al veterinario, Run Run ve por la pelota… Pero lo cierto era que por más que intentaban interactuar con él, jugar o acariciarlo, a Run Run no parecía gustarle mucho.

SOTELO: Comía normal pero no… jugar así como el perro, no. Se aislaba.

LLATA: Se pasaba por tu costado, así como queriendo ser dominador, sin miedo. Y después, cuando tú te tratabas de acercarte demasiado, él se escondía de miedo, se hacía una bolita y se escondía en cualquier rincón así. Tenía así como instinto de advertencia, estaba alerta en todo momento.

TRUJILLO: Tal vez los golpes que le dieron lo habían traumatizado. Seguro más adelante, cuando se sintiera con más confianza, iba a comportarse como cualquier otro perro… como el perro que esperaban.

En unas tres semanas Run Run ya no tenía heridas. La concha de nácar que le venía poniendo Ronald parecía haber funcionado, y hasta ya le estaba creciendo el pelo en esas zonas. Bueno, no solo el pelo, sino también las orejas, que se hacían más puntiagudas; el hocico, que se alargaba; y la cola, que se esponjaba… además estaba cambiando el color: ya no era tan gris, ahora se estaba poniendo un poco más café… incluso un poco naranja.

LLATA: Su olor de la orina también era mucho más fuerte. Sus dientes todos eran del mismo tamaño. No había uno grande o uno chiquito: todos eran grandes.

TRUJILLO: Maribel también le notaba características particulares.

SOTELO: Sus orejitas ya paraditas, su boca así hasta acá y sus dientes así como colmillos, todo. No ladraba, quería, pero no, no podía.

TRUJILLO: Intentaba hacer algún tipo de ruido que Maribel interpretaba como un ladrido, pero no le salía nada. Habló con su esposo de lo raro que notaba a Run Run. Él no se le había acercado tanto, Maribel y Ronald eran los que se dedicaban a cuidarlo. Pero en ese momento, Maribel le pidió que subiera a la terraza y lo observara con más detalle.

LLATA: Lo vio y dijo por el olor no tenía mucha apariencia de ser un perro, ya que Run Run tenía un olor mucho más fuerte que el de un perro.

SOTELO: Cuando ya él subió se dio cuenta y dijo no, ese no es perro. ¿Y ahora qué hacemos?

TRUJILLO: ¿Pero si no era un perro, entonces qué? Al papá se le pareció más a otro animal… algo como un… ¿zorro?. Él los había visto muchas veces en la sierra, donde creció. Pero Maribel, en cambio, no podía confirmarlo tan fácil. Ella también venía de un pueblo de la sierra, pero asegura que no había visto un animal así… o al menos no cachorro.

SOTELO: En el pueblo no hay. Tienes que salir lejos, a tres horas, caminar, pero la gente no te cree eso. Te dice: ¿cómo no vas a conocer zorros si tú eres de la sierra? Puedo ser mucho de la sierra, pero yo no he vivido junto al zorro. Es diferente, ¿no?

TRUJILLO: Maribel le pidió a Ronald que buscara fotos de zorros en Internet a ver si se parecían a Run Run. Pero los que salían ahí eran muy anaranjados con la panza blanca, los típicos que uno se suele imaginar cuando piensa en esos animales. Pero Run Run no lucía exactamente así.

Ronald buscó con más detalles a ver si daba con alguna imagen que se pareciera:

LLATA: Busqué zorros andinos y sí, Run Run era un zorro andino.

TRUJILLO: Las fotos y la descripción coincidían…

LLATA: Tienen la cola puntiaguda y son de color combinado con gris, negro y un marrón claro.

TRUJILLO: El zorro andino puede llegar a medir más de un metro de largo y pesar hasta unos 14 kilos. Viven en la cordillera, desde Colombia hasta Chile, en hábitats tan diversos como bosques, praderas y desiertos. Son de la misma familia de los lobos, perros y coyotes.

Maribel no lo podía creer.

SOTELO: En principio me dio miedo. Dije: de repente me puede morder o puede atacar, ¿no?

TRUJILLO: Pero leyendo un poco más, se dieron cuenta de que en general los zorros andinos no atacan a los humanos, sino que prefieren huir o esconderse. Se les puede ver solos o con otros de su especie, pero definitivamente prefieren moverse cuando el sol se oculta. En sus primeros meses de vida, como en el caso de Run Run, no se separan de sus madres, que los alimentan y los protegen hasta que estén lo suficientemente grandes para valerse por sí mismos. Seguro a él lo atraparon a la fuerza para venderlo, y Maribel y Ronald asumieron esos cuidados básicos sin los que, sin duda, se hubiera muerto al poco tiempo.

Buscaron más sobre su alimentación, al menos para saber si lo que le estaban dando no lo iba a enfermar. Afortunadamente encontraron que a los zorros andinos les gusta la carne, de cualquier tipo, así que asumieron que podían seguirle dando hígados, alas de pollo, pescuezos… crudos, eso sí.

Pero tenían que confirmarlo con expertos y, si les daban la razón, que les dijeran qué podían hacer con un animal que, además de cazar, necesita un territorio amplio para vivir… A Ronald se le ocurrió que lo mejor era contactar a Serfor, el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre.

LLATA: Y empezamos a llamar ese mismo rato que nos enteramos, porque yo dije “no es su hábitat, no se siente cómodo acá, sí o sí, no se siente cómodo”. Y pues no contestaron para nada, así que dije ya mañana quizás me responden y nada.

TRUJILLO: Intentaron los días siguientes, pero parecía como si a nadie le interesara realmente porque ni los visitaban ni los volvían a llamar.

LLATA: Llamamos como cuatro veces que no nos hicieron caso. Después nos pidieron por whatsapp ubicación, número, todo y no vinieron, no hicieron nada, pues. Se supone que ellos defienden a los animales silvestres y todo, pero no hicieron nada.

TRUJILLO: La otra opción que se les ocurrió fue pedir ayuda en algunos zoológicos de la ciudad…

SOTELO: Hemos ido a Sinchi Roca y dijo que no, que no estaban recibiendo ningún tipo de animal porque están en remodelación. Llamamos a Huachipa y no nos contestaron. No sabíamos qué hacer, pues.

TRUJILLO: Ya era mayo, tres meses desde que Run Run había llegado a la casa, y por supuesto que cada vez crecía más y más… También se veía sano y muy inquieto. Maribel lo seguía alimentando con la misma dedicación, y aunque para Ronald era su mascota y hasta empezó a subir fotos de él en sus redes sociales, sabía que Run Run no podía quedarse mucho tiempo con ellos.

LLATA: Acá no es su hábitat. Yo no sé si mi zorro se sienta tran… – yo decía mi zorro – no sé si se sentirá cómodo con nosotros. Como es un animal silvestre, va a querer cazar, va a querer más territorio y quizás nos puede causar más problemas cuando va creciendo.

TRUJILLO: El cuerpo de Run Run ya delataba que evidentemente no era un perro, y muy rápido llegaron las preguntas de familiares y amigos que los visitaban. Cuando Maribel les contaba la historia y que creían que se trataba de un zorro andino, le respondían que hicieran lo que ya estaban cansados de hacer: llamar a Serfor, preguntar en zoológicos…

SOTELO: La otra vecina me dijo: no, en la municipalidad hay uno que está a cargo de eso. Pero nada, tampoco, no venía. También la otra vecina dijo: ¡Le voy a llamar a la policía a que se lo lleve! Llámelo, ojalá le llame y le hagan caso… tampoco.

TRUJILLO: Y como nada de eso funcionaba, parecía que la única opción era solucionarlo por su cuenta y llevarlo a la sierra, pero ellos no tenían carro para eso, y tampoco los iban a dejar subirse en cualquier bus con Run Run. Si era difícil con un perro, ahora con un animal que evidentemente era un zorro iba a ser imposible. Así que Maribel habló con un conocido que transportaba gente y encomiendas a esa zona en su carro. Llegaron a un acuerdo: meterían a Run Run en una caja bien sellada, y el señor se encargaría de liberarlo en algún lugar despoblado de la sierra.

SOTELO: Entonces lo agarré y le metí en su cajita y todo para que ya se vaya… ese día en la mañanita ya estaba en su… en su jabita, ya.

TRUJILLO: En Lima no suele llover, pero justo ese día, en ese instante, se desató una tormenta con rayos y truenos.

LLATA: Yo estaba dormido. Eran como las 6 y algo, o 5 y algo. Acá todo el piso tembló, las cosas, todo, temblaron. Este, sonaba muy fuerte. Y escuché que sonó la canasta donde estaba Run Run para irse a la sierra.

TRUJILLO: Seguro del susto empezó a moverse mucho hasta que tumbó la caja donde estaba. Ronald se levantó de su cama y corrió con su mamá a ver qué estaba pasando.

LLATA: Subí rápido y Run Run estaba libre ya y estaba con miedo, no sabía a dónde ir.

TRUJILLO: Todo pasó en segundos: cuando reaccionaron para intentar agarrarlo, Run Run se trepó por el cerro que está ahí pegado y huyó.

SOTELO: Desde ese momento ya, pues, fue la tristeza, porque no sabíamos qué iba a pasar con él: podía otro perro pegarle o la gente le podía pegar o tirarle piedra. Daba pena porque no se sabía qué hacer.

ALARCÓN: Pero no solo Run Run podía salir afectado. Como es cazador por naturaleza, no era improbable pensar que los animales domésticos de los vecinos – gallinas, cuyes, gatos, pájaros – también estuvieran en peligro. Ya no era solo un supuesto zorro andino que llegó a una casa… ahora era un zorro andino… suelto… en un barrio en Lima.

ALARCÓN: Estamos de vuelta en Radio Ambulante, soy Daniel Alarcón. Antes de la pausa, Run Run, el supuesto perro que le vendieron a Ronald Llata Sotelo y que parecía ser un zorro andino, huyó justo cuando pensaban enviarlo a la sierra. Ahora un animal salvaje y carnívoro estaba libre en el barrio, y los vecinos ya empezaban a enterarse de dónde se había escapado.

David Trujillo nos sigue contando…

TRUJILLO: A los pocos días de que Run Run se escapara, empezaron a verlo caminar por el barrio. Cuando intentaban agarrarlo, se escondía en casas vacías y era imposible de encontrar. La gente al principio tenía un poco de miedo porque no sabían cómo podía reaccionar. Algunos incluso amenazaban con llamar a la policía.

Maribel recuerda que en un momento un vecino se le acercó para contarle que la noche anterior, mientras caminaba borracho hacia su casa, Run Run le pasó por el lado.

SOTELO: El borrachito me dijo: señora, el Run me quiso comer. Eso no muerde, le digo. Ah, ya, pero estaba acá, señora, anoche. Me fui corriendo.

TRUJILLO: Lo que tranquilizaba a Maribel era que Run Run nunca había sido agresivo con ellos. Ya estaba acostumbrado a ver humanos, así que no creía que fuera a atacar a alguien. Esta es Rosmery, una vecina de Maribel.

ROSMERY: No se le notaba salvaje por lo que era cachorrito el zorro. Y nada más parado jugando con los perritos como si fuera un, un perrito más, ¿no? Y ya se acostumbró. Se acostumbró a estar con ellos, nada más.

TRUJILLO: A veces se lo encontraba mientras caminaba.

ROSMERY: Yo cuando lo veía pasaba por mi costado tranquilamente intentando acercarse y se iba corriendo, ¿no? Su forma de reaccionar del animal. Nunca, nunca me hizo nada.

TRUJILLO: Algunas personas le dejaban comida en el piso, lo que tuvieran a la mano, realmente… Run Run, por supuesto, no se negaba. Se acercaba y cuando agarraba la comida, se iba corriendo. Maribel les empezó a pedir ayuda a los vecinos para atraparlo y tratar, otra vez, de enviarlo a la sierra.

[Maribel: Varios intentaron, pero nadie pudo. Yo le iba a agarrar, pero no se dejaba. La otra también: yo le iba a chapar, no se dejaba. A los chicos que están afuera también les he dicho que lo agarren, pero no pudieron. No se podía, muy hábil era.

TRUJILLO: Así que Maribel decidió atraerlo ella misma con alimento y agua. Tal vez la costumbre de los hígados y las alas de pollo lo harían volver a la casa. En las noches le ponía algo de comida en el piso y lo llamaba. Sentía que después de haberlo cuidado y alimentado esos primeros días, le iba a reconocer su voz.

Imposible confirmar qué fue lo que pasó, pero lo que haya sido, funcionó…

SOTELO: De acá yo le gritaba, a las 10 de la noche: ¡Run, ven a comer! ¡Run! Ya sacaba sus orejitas y venía, venía a comer.

TRUJILLO: También empezó en el día. Run Run se acercaba, devoraba la comida y luego iba a esconderse otra vez. Maribel prefería no acercarse mucho para no irlo a espantar del todo y que no volviera nunca.

Y en ese proceso, a Maribel se le ocurrió que tal vez en una veterinaria cercana le podían dar opciones para atraparlo. Allá le recomendaron echarle un somnífero en el agua, esperar a que se durmiera y meterlo en una jaula.

SOTELO: Compré gotitas, ¡40 soles! El señor me dijo: no, con eso le hacemos dormir a los animales para viajar.

TRUJILLO: Le recomendó que le echara la mitad de las gotas… ella decidió echárselas todas. Maribel se quedó esperando… y esperando… y esperando.

SOTELO: Ay, yo le di y pues no. Ay, me dormí yo y él no durmió.

TRUJILLO: No le hicieron nada. Al parecer, Run Run sintió el sabor extraño de las gotas al primer sorbo y decidió no tomarse el resto del agua.

Run Run siguió viviendo en el barrio como si nada, moviéndose por todas partes, subiéndose a los techos de las casas, jugando con los perros callejeros, comiendo lo que le daba la gente. Maribel y su familia empezaron a desistir de la idea de capturarlo. Ya lo habían intentado de muchas formas y nada había funcionado.

Pero no todo el mundo estaba feliz con él. A finales de octubre de 2021, cinco meses después de que Run Run se escapara, pasó lo que Maribel tanto temía: un día llegó a su casa una vecina muy enojada. Le dijo que el zorro había matado tres de sus cuyes y que tenía que pagárselos. Maribel aceptó, no podía hacer más.

SOTELO: Después vino una señora también sus gallinas, dos gallinas, me dijo. Son 60 soles. ¿Ya qué iba a hacer?

TRUJILLO: También le pagó. Pero luego la primera vecina de los cuyes volvió. Esta vez Run Run le había matado 14, y Maribel, otra vez, tuvo que pagarle.

SOTELO: Ahí donde ya dije no, mucho ya. ¿Cuánto voy a gastar así? Ya me va a venir otro, ya todos ya empezaron a agarrarse de eso, ya que mi pato y a mí esto… el otro, mi gato. Dije no, ya no…

TRUJILLO: Recuerda que pagó en total más o menos 500 soles por los daños de Run Run, que son algo más de 130 dólares. Pero eso no iba a parar el problema, por el contrario estaba empeorando. Y como suele pasar en en estos casos en los que las autoridades no hacen nada, algún vecino inconforme con la situación optó por la forma más rápida y efectiva para que les prestaran atención: llamar a los medios.

AMÉRICA HOY 1: Una familia en el distrito de Comas se enteró que su mascota no era un perro, sino un zorro. ¡Para no creerlo!

MUJERES AL MANDO: Así como lo oyen: el hijo de la señora, quien fue con toda la ilusión de conseguir un nuevo integrante para la familia, recibió gato por liebre, o mejor dicho, zorro por perro.

TRUJILLO: Los canales entrevistaban a los vecinos afectados…

24 HORAS 3 - VECINA: La verdad es que se come a todos nuestros animalitos que con tanto esfuerzo nosotros criamos para poder sobrevivir a esta pandemia.

24 HORAS 3 - VECINA: Mire: toda la parte de atrás lo ha agarrado como baño. Pero me perjudica a mí, como personas que estamos acá… Yo tengo a menores de edad y tengo personas adultas mayores. Yo hablé con la dueña y se siente desesperada porque necesitamos ayuda, necesitamos que se lo lleven a su hábitat.

TRUJILLO: También mostraban en directo los supuestos daños que había causado Run Run…

AMÉRICA HOY 1 - PERIODISTA: Y vemos, por ejemplo, acá en el techo, vemos una gallina muerta que es probable, pues que haya sido víctima de este zorro.

TRUJILLO: Los canales buscaban a Maribel para que les aclarara los rumores que iban llegando. Al principio no tenían la información tan clara: no sabían bien el nombre del zorro ni entendían cómo había llegado a Comas.

BDP -PERIODISTA: Por acá, porque estamos buscando a Ron, él se llama Ron, tiene ocho meses, y su hija fue a la que se lo regalaron supuestamente como un perrito.

SOTELO: A mi hijo, a mi hijo le han vendido como que fuera un perro lobito.

TRUJILLO: Uno de los primeros periodistas que llegaron fue Alexis Romero, del programa Mujeres al mando, de Latina Televisión. Entrevistó a Maribel en la puerta de su casa y le preguntó por los detalles de cómo un zorro andino había terminado en ese lugar. Este es Alexis.

ALEXIS ROMERO: Si bien es cierto no fuimos a buscarlo, la convencí de que me acompañe y que me enseñe los lugares donde le dejan el alimento.

ROMERO: Como podemos observar, aquí hay restos de alimentos que los mismos vecinos le dejan, la dueña del zorrito también. Podemos observar un hueco aquí que también, según los vecinos, es por donde él ingresa cuando en las noches hace mucho frío, empieza a llover…

TRUJILLO: Los periodistas corrían detrás de Run Run con cámaras. No importaba si se asustaba, la idea era grabarlo como fuera.

ROMERO: Todos querían la última noticia. Todos querían la última actualización.

TRUJILLO: En algunas cadenas interrumpían su programación para reportar algún avistamiento de Run Run…

AMÉRICA HOY 1 - PERIODISTA: Último minuto, acaba de aparecer… bajemos la música, desde Comas, vamos a enlace. Me dicen que apareció Run Run.

AMÉRICA HOY 1 - PERIODISTA: Noticia de último minuto… aparece Run Run, el zorrito…

AMÉRICA HOY 1 - PERIODISTA: Sí, sí, efectivamente. Lo tenemos detrás, está exactamente detrás de esta pequeña caseta construida de manera, digamos, artesanal.

ROMERO: Se volvió una noticia, una de las noticias más sonadas a nivel nacional e internacional, incluso.

AMÉRICA HOY 1 - PERIODISTA: Ok, listen to this story: a family in Peru says they got a new puppy, ¿right? Exciting. But it turns out was really a fox.

TRUJILLO: Era el tema del momento y la gente quería saberlo todo. Para no quedarse sin qué contar, los medios empezaron a inventarse cualquier cosa para cubrir la noticia. En uno de esos noticieros, llevaron hasta allá a un humorista famoso que se llama Cachay y lo disfrazaron como el personaje de El Zorro, con antifaz y sombrero negros.

AL SEXTO DÍA - PERIODISTA: Adelante, querido Cachay, ¿cómo van las cosas por Comas? ¿Estás asustado?

CACHAY: Hola, Moniquita. Acá estamos con los vecinos preocupados por ese problema caótico del zorro que anda haciendo un desastre tremendo: se ha comido tres chacras, se ha comido ocho chivos, cuatro vacas y diez dinosaurios.

TRUJILLO: El programa en el que trabajaba Alexis hizo otra cosa para llamar la atención de su audiencia.

ROMERO: Personalmente yo le llevé una suma de dinero de aproximadamente 500 soles.

AMÉRICA HOY 1 - PERIODISTA: Mujeres al mando, el día de hoy, se hace presente con este sobre que tiene Alexis… Alexis tiene un sobre, ahí está.

ROMERO: Maribel queremos por favor que abras el sobre. Sabemos que han sido días muy complicados para ti y esto es un detalle de Mujeres al mando, queremos que…

TRUJILLO: Según dicen ahí, querían devolverle lo que había gastado por los daños del zorro. Una decisión que Alexis explica así.

ROMERO: Nosotros ayudamos porque, primero, hay personas de buen corazón en nuestro equipo. Segundo, porque visualmente, para efectos de televisión esto sirve, digamos que conmueve, contribuye a lo que es la imagen y la identidad de nuestro programa.

TRUJILLO: Maribel aseguró en esa entrevista que esa plata la iba a destinar a los estudios de su hijo menor. El programa también adoptó una perra y se la regaló a Ronald con la intención de ayudarlo a superar la pérdida de Run Run.

Para ese momento la situación se había convertido casi en un circo… Parecía como si el tema detrás de la situación, que era más grave de lo que se veía, se hubiera dejado a un lado. Y es que no se trataba solo del zorrito tierno y chistoso que no pertenecía a su hogar. Era un caso de tráfico ilegal de fauna silvestre, un negocio oscuro que en el mundo mueve cifras de dinero similares a las del tráfico de armas y de drogas, y es una de las mayores causas de extinción de especies… En Perú este delito es castigado con multas y entre tres y cinco años de cárcel.

Aunque el zorro andino no está en peligro de extinción y su población se considera estable, sí hay amenazas que la persiguen: la expansión urbana, por ejemplo, o también está la caza indiscriminada y, como en el caso de Run Run, la captura para comercialización… o sea, el tráfico ilegal.

En medio de ese show mediático estaban Maribel y su familia. Tantas cámaras, tantos micrófonos, tantas preguntas los estaban afectando. Los reporteros ni la dejaban respirar, la perseguían por todas partes y en todo momento.

SOTELO: A mí es la que más me buscaban. Donde sea me encontraban. Venían acá a mi casa, a cada rato venían, a cada rato venía, el uno, el otro. En ese momento no me sentía ni famosa, ni importante, ni nada. Me sentía mal.

TRUJILLO: A Ronald también lo estaba afectando esa situación.

LLATA: Lo sentía algo estresante. Y las entrevistas acá a la puerta venían, tocaban la puerta a cada rato, decían no le vamos a quitar mucho tiempo y una hora así por cada uno de entrevista. Mi mamá a todas las aceptaba, pero ya se cansó. También yo le dije que ya no reciba porque se están beneficiando de ellos, nada más.

TRUJILLO: Pero además de esa persecución de los medios, la gente también empezó a insultar a Maribel en redes sociales.

SOTELO: No, horrible: “la señora esa serrana cómo no va saber que es zorro”, “esa señora a mí cree idiota para pensar que no conoce el zorro”. “Bien tarada esa señ…”. Ay, un montón de adjetivos, pero ya feo, feo. Me enfermé, me chocó bastante.

TRUJILLO: La acusaban de ser traficante de fauna silvestre…

SOTELO: Tú eres una mala mujer, tú traficas con ellos, ¿para qué le has traído? Eso vas a vender su piel, me decían. Mi intención no era eso de vender su piel, ni su cabeza, ni su pata, ni su cola, ni nada.

TRUJILLO: Ronald no entendía muy bien por qué la atacaban a ella…

LLATA: Mi mamá no tenía nada que ver. Mi mamá no compró, mi mamá no me dijo que compre, mi mamá no tenía nada que ver y aún así le echaban la culpa.

SOTELO: Me ha dicho: mamá, por mi culpa estás así, por mi culpa te atacan, me dice. Sí, pues, le digo. ¿Qué vamos a hacer? Hay que afrontarlo, le digo, ¿qué vamos a hacer? Ya estamos hechos.

TRUJILLO: Eso era lo que estaban viviendo Maribel y su familia, pero por otro lado estaba Run Run… desesperado… corriendo por todos lados para tratar de esconderse de esa gente que lo buscaba.

LLATA: Y los periodistas venían, lo buscaban por arriba, lo acorralaban en todos lados y hacían que se vaya nada más.

TRUJILLO: Lo que sí pareció surtir efecto con tanta exposición en medios, fue que las autoridades por fin fueron hasta allá para tratar de solucionar la situación. Uno de los veterinarios de Serfor que llegó de primero fue Javier Jara.

JAVIER JARA: Ahí yo vi al animalito, al zorrito caminando, jugando con los perros. Veo un animal silvestre que se comporta como un doméstico, que su jauría es los perros, a mí me dio como que un poco de cierta tristeza ver a un animal de ese tipo así.

TRUJILLO: Javier dice que Serfor no llegó por los medios, sino por una denuncia que alguien envió por la plataforma web para reportar la presencia de fauna silvestre. Según él, antes de esa alerta no habían recibido información clara sobre la verdadera situación del zorro, aún cuando Maribel y Ronald aseguran que le insistieron mucho a Serfor para tratar de resolver el problema.

Como haya sido, para ese momento Serfor confirmó definitivamente que era un zorro andino y que necesitaban capturarlo urgentemente. Así que arrancaron con una primera estrategia: pedirle a Maribel que los acompañara a acercarse a Run Run para darle confianza y evitar el estrés al máximo. Pero como ya había pasado tantas veces, Run Run se asustaba apenas veía a alguien cerca y salía corriendo. Javier culpa a algunos vecinos.

JARA: Lo impidieron tirando piedras, tirando palos, asustando al animalito para que, digamos, alertarlo de que nosotros estábamos ahí a punto de capturarlo, y el animalito nos veía y se iba.

TRUJILLO: Pero entre más estuviera Run Run en esas condiciones, más riesgos había de que alguien lo atacara, de que lo envenenaran, o incluso de contraer enfermedades. La idea era capturarlo cuanto antes y ponerlo a salvo en algún zoológico de la ciudad mientras se le hacían los exámenes de salud necesarios. Esta es otra funcionaria de Serfor dando una entrevista al respecto.

FUNCIONARIA DE SERFOR: Dependiendo del estado en que se encuentre el animalito, vamos a tener que ver si se puede ingresar a Huachipa, a el Parque de Las Leyendas, entre otros zoológicos.

TRUJILLO: A la búsqueda también se unieron la municipalidad de Comas y la policía ambiental, para así, entre todos, tratar de pensar en el mejor plan posible. Javier dice que cada uno daba ideas para atraparlo: vecinos, funcionarios y hasta los medios de comunicación… pero no todas eran buenas, claro.

JARA: Decían: “Sí ahí está, ¿por qué no lo correteas con una malla?” A ver, háganlo. El zorro se puede escapar por todos lados. El zorro, si tú haces eso, le generas una desconfianza tremenda y se va por todos esos cerros y nunca más lo vuelves a ver.

TRUJILLO: Entre los expertos pensaron en otras opciones. Pero la que más les llamaba la atención era la que ya había intentado Maribel.

JARA: El objetivo era tratar de brindarle la dieta que normalmente el animalito comía, que era pollo a la brasa, y ahí ponerle un sedante, ¿no?, para que el animalito pueda dormirse tranquilo y poder ser recuperado fácilmente.

TRUJILLO: Pero Maribel les dijo que por experiencia propia no les iba a funcionar….

SOTELO: Yo le digo no le hace nada, yo ya le di. Señora, ¿quién sabe más: nosotros o usted? Es que yo le conozco, le digo, si no le conociera entonces no, no.

TRUJILLO: Pero lo intentaron de todas maneras, y tal como lo intuía Maribel...

SOTELO: Nada, no agarró, esperaron que duerma, no, nunca durmió. Comió todo y no durmió.

TRUJILLO: Lo que les quedaba era intentar dispararle desde lejos un dardo tranquilizante. Pero tampoco era una tarea fácil, el somnífero tarda unos minutos mientras hace efecto.

JARA: Si tú no sabes cuál es el desplazamiento del animal, dónde es su guarida y todo ese entorno, y tú lo dardeas, es posible que el sedante le haga efecto y tú nunca encuentres al animal porque él se haya podido esconder en un… debajo de una caja, etc.

TRUJILLO: Y el plan de atraparlo se frustre. Aunque, bueno, ese es el escenario menos grave, porque también podría pasar que cuando caiga inconsciente se lastime. Así que para evitar cualquier inconveniente, primero que todo, tenían que analizar muy bien su comportamiento y establecer por dónde se movía.

JARA: Los caminos por el cual transita, dónde se encuentra la madriguera, cuál es su sitio de letrina, dónde es el sitio de alimentación, cuál es su sitio de descanso o reposo, su sitio de juego.

TRUJILLO: Todo eso para evaluar cuál sería el lugar más seguro para disparar el dardo. Se movían en carros por la zona hasta dar con él. Cuando lo veían, lo vigilaban desde una distancia prudente. A veces se quedaban todo el día, y se turnaban entre el equipo para pasar las noches. Hasta decidieron no cambiarse de ropa para acostumbrarlo a los olores y que nada lo fuera a ahuyentar.

JARA: De esa manera pudimos saber, por ejemplo, que a las 12 de la noche, así como relojito, el animalito llegaba a un sitio que se conoce como La Salchipapería, donde pedía su pedazo de pollo a la brasa.

TRUJILLO: Y así pudieron ubicar varias zonas que Run Run visitaba muy puntual, sobre todo en la noche. Dentro de ellas establecieron exactamente los puntos ideales para disparar el dardo. En cada uno de esos puntos había varias personas encargadas de diferentes funciones.

JARA: Una vez que ya teníamos estudiado todo podíamos conformar los equipos para decir equipo de dardeador, equipo veterinario y equipo de contención en el punto uno. Igualito en el punto dos, otro equipo en el punto tres y así.

TRUJILLO: También tenían camionetas listas en cada zona para sacar a Run Run lo más rápido posible cuando estuviera sedado. Todo un operativo muy bien montado.

Alexis Romero, el periodista de Mujeres al mando que venía siguiendo la historia desde el principio, le pidió a una de las funcionarias de Serfor que le diera toda la información sobre la búsqueda y captura de Run Run.

ROMERO: Y para hacer más pintoresca y digamos, para que me resulte mejor mi nota, mis notas finales, yo le pedí que por favor me deje subir al vehículo. Accedió y en una de estas últimos encuentros fue que yo pude visualizar al zorro Run Run caminando. Eso sí, nunca estuve cerca.

TRUJILLO: Alexis ya lo había visto antes, cuando empezó a cubrir la historia, y siempre le pareció muy activo, corriendo de un lado a otro, jugando con los perros. Pero ahora lo notó diferente.

ROMERO: Honestamente, yo observaba un animal que no estaba en óptimas condiciones, no lo vi tan cerca, pero lo veía caminando un poco más lento de lo que se supone que un animal con mucha vitalidad, con el vigor intacto, debería.

TRUJILLO: Tal vez era el estrés, la mala alimentación, quizás estaba enfermo… o a lo mejor todas juntas. No había forma de saberlo. Lo único cierto era que Run Run no podía seguir ahí. En ese momento le pidieron a Alexis que se fuera mucho más lejos porque iban a dardearlo y necesitaban que hubiera la menor cantidad de gente posible. Pero al rato, su fuente le confirmó que no pudieron darle al blanco. Run Run esquivó todos los dardos y nuevamente se había escabullido.

Ya era 8 de noviembre, más o menos una semana después de que la noticia se conociera. Alrededor de las 9 de la noche, las autoridades se movieron hasta una zona donde Run Run solía quedarse un rato jugando con unos perros. Javier, el veterinario de Serfor, estaba en otra zona en ese momento, pero seguía el proceso por radioteléfono. Recuerda que le hablaron con un código que ya había establecido el equipo para no alertar a la gente de lo que pasaba…

JARA: En ese momento dijeron Celeste Explanada o punto uno. Entonces decir Celeste Explanada o punto uno era decir dardearon en el punto uno.

TRUJILLO: No solo que habían disparado, sino que, con apoyo de expertos de un zoológico a donde lo llevarían después, le habían dado al blanco. Sabían que iba a huir pero ya tenían claro por dónde, así que Javier se fue hasta allá para seguirlo.

JARA: Y ya lo vi al animalito, pues, este, más o menos sedado, ¿no? Todavía podía caminar un poco, se desplazaba, pero ya estaba con los efectos del anestésico en su organismo.

TRUJILLO: Javier se alejó un poco para no generarle estrés innecesario, pero sin quitarle los ojos de encima. Esperó un poco hasta que Run Run cayó dormido en una zona con mucho barro y polvo, y una pendiente pronunciada.

JARA: Para él fue fácil llegar y quedarse dormido ahí. Pero para nosotros poder bajar a esa hora de la noche donde hay oscuridad fue tremendo. Yo me acuerdo de que me resbalé y, nada, me raspé un poco el codo…

TRUJILLO: Se acercó a Run Run, se quitó la chompa y lo cargó.

JARA: Lo primero que hice cuando lo cargué fue revisar sus signos vitales. Había que revisar la respiración. Si estaba, digamos, con algún tipo de secreción, revisar la zona donde le cayó el dardo que fue en la pierna posterior derecha. Revisar sus latidos, también ver si es que estaba bien sedado o no, porque este sedante o este anestésico puede durar más o menos 40 minutos desde el punto de inyección.

TRUJILLO: Cuando se aseguró de que estaba estable y bien sedado, Javier, con mucho esfuerzo, lo subió cargado hasta una parte más plana donde estaba la camioneta. Ahí lo metieron en una jaula para llevarlo rápido al zoológico y empezar con los exámenes más detallados.

En ese momento, Maribel no sabía nada. Estaba en su casa cocinando y salió un momento a la tienda para comprar algo. De pronto los vecinos empezaron a gritar.

SOTELO: ¡Se lo llevan al Run, se lo llevan al Run! Señora, ya se lo llevaron a Run. ¿Tan rápido?

TRUJILLO: Maribel corrió a ver lo que estaba pasando. Ronald, que también escuchó los gritos, se fue para allá. Pero ya era tarde.

SOTELO: Ya corrimos, eso ya no alcanzamos, ya se lo llevaron. Se puso a llorar mi hijo, las vecinas llorando.

LLATA: Sí, porque se lo llevaron sin avisar nada ni nada. La policía hace lo que le da la gana. Bueno, los de Serfor hacen lo que les da la gana, nada más.

TRUJILLO: Maribel recuerda que Ronald estaba desconsolado y no paraba de llorar. No había logrado despedirse del animal que había sido su mascota.

SOTELO: ¿Pero por qué no me avisaron? ¿Por qué no…? No se puede, hijito – le digo – porque tú sabes que el Run es bien inteligente y bien hábil. Ahorita, ahorita le pasa la anestesia por ahí y se va a despertar, mejor que se lo lleven rapidito, le dije.

TRUJILLO: Y sí, Maribel tenía razón. Entre menos personas hubiera, mejor. Así podían llevárselo rápido y ponerlo a salvo.

Run Run llegó al zoológico Parque de Las Leyendas esa noche. Estaba muy somnoliento así que lo dejaron descansar, pero en un espacio aislado del resto de animales para evitar cualquier contagio.

Como era de esperarse, la noticia empezó a salir en los medios…

AMÉRICA HOY 1 - PERIODISTA: Muy tranquilo y en buen estado. Estas son las imágenes del zorrito Run Run enjaulado, entrando al que será su nuevo hogar: el Parque de las Leyendas.

AMÉRICA HOY 1 - PERIODISTA: El zorrito más famoso del momento fue trasladado al Parque de las Leyendas, en San Miguel. Su familia adoptiva y sus vecinos aseguran sentirse tristes tras la partida de Run Run...

TRUJILLO: Con los días, y gracias a los exámenes que le hacían, se fueron dando cuenta de varias cosas: primero, que estaba infestado de pulgas y garrapatas. Era lo más lógico después de pasar tanto tiempo con perros callejeros. También notaron que su pelaje, además de muy sucio, estaba opaco, y las mucosas se sentían secas. Esos eran signos claros de que estaba enfermo.

JARA: Y en los análisis se vio que tenía una anemia severa. También una infección por un hemoparásito, o sea, por un parásito intracelular que está en la sangre y que nosotros sabemos que es propio de los perros domésticos.

TRUJILLO: Si no se trata, este parásito termina destruyendo la médula ósea. Además, en los análisis salió que en algún momento probablemente tuvo algo muy peligroso que popularmente se conoce como moquillo. Cuando el animal no está vacunado, hay una altísima probabilidad de que esta enfermedad lo mate. Afortunadamente, todo parecía indicar que Run Run ya la había superado. Así que inmediatamente lo pusieron en tratamiento para todo lo que tenía, y siguió su cuarentena. Ni siquiera Maribel pudo verlo cuando fue hasta allá a preguntar cómo estaba. Un funcionario del zoológico le explicó la razón.

SOTELO: Ellos temen, como me conoce y le puedo llamar. Si tú le hablas te va a reconocer y él se va a sentir mal, va a querer salir y buscarte. Se puede enfermar, me dijo. Ya me puse a llorar, ya me regresé nomás.

TRUJILLO: Todo comenzó de la manera más inocente. En vez de comprarse zapatillas, un adolescente se encariñó con un animalito enfermo, y quiso cuidarlo. Sanarlo. Cumplir su sueño de tener una mascota. Pero todo se les salió de las manos.

SOTELO: No es porque uno no quiere hacerle daño a los animales. Uno se siente mal porque no, uno no es con mala intención, sino que a veces tienen que pasar cosas para aprender también. Se aprende de los errores, como dicen.

TRUJILLO: Pero no era su error. Maribel y Ronald también son víctimas del tráfico ilegal de especies. Quisieron salvar a un supuesto perrito que estaba en muy malas condiciones, pero terminó siendo lo que no era: un individuo de una especie traficada ilegalmente y que no podía vivir con ellos bajo ninguna circunstancia. Si hubieran sabido desde el principio que era un animal silvestre, probablemente la historia sería otra.

La buena noticia era que Run Run se estaba recuperando muy bien y al mes los resultados de los exámenes mostraban que iban por buen camino. Pero aunque durante toda la odisea de la búsqueda y captura se habló de liberarlo en la sierra, su hábitat natural, esa posibilidad se desvaneció.

JARA: Nosotros tenemos que saber y conocer de qué población es la que viene, porque si nosotros liberamos por liberar o liberamos a un zorro que genéticamente es diferente, va a perturbar a la población y, claro, vas a tener un beneficio con el ejemplar, o sea, a manera individual. Pero un perjuicio para la especie a nivel poblacional.

TRUJILLO: Como era imposible saber de qué zona específica venía Run Run, las autoridades prefirieron no liberarlo para no poner en riesgo ninguna población de zorros andinos.

Y esa es otra de las graves consecuencias del tráfico ilegal de especies: termina condenando a un individuo que en un principio era libre a pasar el resto de su vida en cautiverio. En este caso, según Javier, Run Run estaría en buenas condiciones, con buen alimento, saludable, en espacios adecuados y amplios… pero confinado al fin y al cabo.

Aunque es un final más o menos bueno en esta historia, no todos los animales víctimas de este delito terminan así. El caso de la especie más traficada en Perú es terrible. Se llama pihuicho de ala amarilla, y es un lorito que sacan de la amazonía para luego vender como mascota. Lo peor, según Javier, es que capturan unos diez loritos y en el trayecto a la ciudad van muriendo, hasta que queda solamente uno, el que está más o menos estable. Y ese es el que venden.

JARA: Pero imagínate, pues. O sea, para que haya cientos acá, cuántos miles han tenido que morir y mueren a diario, lamentablemente, por todo esto.

TRUJILLO: Javier dice que en Perú pasa lo mismo con especies como la tortuga terrestre, la rana del Titicaca – que suelen vender muerta como supuesto remedio –, el loro de cabeza roja, el guacamayo azul y amarillo, el mono choro, el mono leoncito, el mono fraile, la iguana… y la lista sigue y sigue. Casi a diario, según cuenta, tienen que rescatar animales silvestres en plena ciudad y sancionar a los implicados. Pero hay otros espacios muy difíciles de controlar.

JARA: Ahora también se está incrementando bastante la venta de fauna silvestre por vía electrónica, por las redes sociales, donde hay grupos cerrados y venden al mejor postor algún espécimen. Yo siempre he dicho, si existe el tráfico es porque hay demanda.

TRUJILLO: Y con esa demanda es un círculo casi imposible de cortar. Todavía hay mucho trabajo que hacer y camino por recorrer para que ningún animal como Run Run sea sacado de su hábitat y obligado a vivir en condiciones para las que nunca estuvo adaptado.

ALARCÓN: En marzo de 2022, Run Run fue trasladado a un zoológico en Cajamarca, al norte del país. Según Serfor, esta zona tiene condiciones parecidas a las de su hábitat natural. Al estar en cautiverio su esperanza de vida es mayor a la de un zorro andino salvaje. Eso significa que podría llegar a los 15 años o incluso más.

Gracias a este caso, en junio de 2022, el Congreso peruano aprobó una ley con la que, entre otras cosas, se endurecen las penas y multas a quienes trafican con fauna silvestre.

Y como buen personaje peruano, Run Run ya tiene su canción… Se llama Ay mi zorrito Run Run, y es de la Orquesta JCH.

David Trujillo es productor senior de Radio Ambulante, vive en Bogotá. Reporteó esta historia con el periodista peruano Ricardo León, editor de El Comercio. Vive en Lima.

Este episodio fue editado por Camila Segura y por mí. Desirée Yépez hizo el fact-checking. El diseño de sonido es de Andrés Azpiri con música original de Ana Tuirán.

El resto del equipo de Radio Ambulante incluye a Paola Alean, Nicolás Alonso, Lisette Arévalo, Pablo Argüelles, Aneris Casassus, Diego Corzo, José Diaz, Emilia Erbetta, Camilo Jiménez Santofimio, Remy Lozano, Selene Mazón, Juan David Naranjo, Ana Pais, Laura Rojas Aponte, Natalia Sánchez Loayza, Bárbara Sawhill, Bruno Scelza, Elsa Liliana Ulloa y Luis Fernando Vargas.

Carolina Guerrero es la CEO.

Radio Ambulante es un podcast de Radio Ambulante Studios se produce y se mezcla en el programa Hindenburg PRO.

Radio Ambulante cuenta las historias de América Latina. Soy Daniel Alarcón. Gracias por escuchar.

Copyright © 2023 NPR. All rights reserved. Visit our website terms of use and permissions pages at www.npr.org for further information.

NPR transcripts are created on a rush deadline by an NPR contractor. This text may not be in its final form and may be updated or revised in the future. Accuracy and availability may vary. The authoritative record of NPR’s programming is the audio record.